Palo borracho

Fueron plantados en la década del 80

Es un árbol de copa redonda y bellas flores. Fueron plantados en la década del 80 y se encuentran en los canteros de la Plaza San Martín ubicados sobre calle Rosario y Emilia Bertolé respectivamente.

Según la región donde se encuentre, se le denomina de diferentes formas: palo botella, palo rosado, algodón,   algodonero, palo borracho de flor rosada, árbol de lana y toborochi, entre otros. Su nombre científico es Ceiba speciosa y pertenece a la familia Bombacaceae, conformada por una decena de géneros y unas 200 especies.

 

Se encuentran en los canteros de la Plaza San Martín ubicados sobre calle Rosario y Emilia Bertolé respectivamente.

Es un árbol de gran tamaño. Uno de sus rasgos resaltantes es su tronco. Llega a medir dos metros de diámetro en la parte media, donde exhibe un abultamiento semejante al de una botella. Allí retiene agua para sobrevivir en los periodos secos. En árboles jóvenes la corteza es lisa, de color verde, pero al envejecer se ve rugosa, llena de espinas anchas en la base y filosas en la punta, de unos 5 cm.

Cuando crecen, las espinas solamente subsisten en las ramas. Las hojas tienen forma alargada, lanceolada, palmeada, alterna y compuesta. Las pierde en la época de sequía y reverdecen al llegar las lluvias.

En verano los canteros se tiñen de rosa.

En época de verano el palo borracho se llena de grandes y llamativas flores blancas  que con los días se vuelven rosadas. Pueden crecer solitarias o agrupadas, y son hermafroditas y pedunculadas.

El fruto es una cápsula leñosa de forma ovalada, que mide aproximadamente 20 cm, y es de un tono marrón verdoso. Al madurar se rompe exponiendo un espeso material de fibras, parecido al algodón que envuelve a las semillas. El mismo es diseminado por la acción del viento, trasladando las numerosas semillas y facilitando su reproducción.

Leyenda

Cuentan que, en una antigua tribu de la selva, se destacaba una bella niña, a la cual todos los jóvenes de la comunidad pretendían.

Sin embargo, ella estaba enamorada profundamente de un bravío guerrero, ambos vivían un apasionado romance, hasta que cierto día, una tribu enemiga les declaró la guerra.

Leyenda del Palo Borracho

Ante la inminente contienda, el cacique reunió a su gente. Entre ellos estaba el guerrero amante de la joven, que debió ser de la partida.

Él junto a otros tantos, se marchó y ella quedó sola, no sin antes, prometerle amor eterno.

 Los días y las noches se sucedían sin noticias, los guerreros no daban signos de vida, muchas lunas pasaron hasta que conocieron la terrible verdad, ya no volverían.

A la joven le resultaba imposible apartar su corazón de quien tanto había amado.

Su corazón estaba partido y ya no podría amar a nadie más.

 Si bien recibía todo tipo de halagos y proposiciones, ella se negó a todos.

Cuando no pudo más con su dolor, una tarde gris como su tristeza, dejó todo atrás y se internó en la selva.

 Ella entristecida se dejó morir.

 Así fue encontrada por unos cazadores que andaban por allí.

 La muchacha yacía sin vida en medio de unos yuyales.

Alertados del suceso, decidieron llevar su cuerpo a la comunidad, al alzarla, entre llantos de congoja y asombrados, notaron que de sus brazos nacían ramas y que su cabeza se doblaba hacia el tronco y de sus dedos crecían bellísimas flores blancas.

Los hombres que, habían querido levantarla, salieron corrieron ante semejante acontecimiento hacia la aldea.

Días después un grupo quiso cerciorarse que los sucesos descriptos eran verdaderos y se internaron en la selva al encuentro de lo que quedaba de la hermosa muchacha.

Solo se encontraron con un árbol vigoroso, cuyas flores blancas se habían tornado rosadas.

 Cuentan los ancianos, que esas flores blancas eran las lágrimas de la joven y que se volvían rosadas debido a la sangre derramada por su valiente guerrero.

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